La vez anterior los dejé en suspenso con este anuncio, justo antes de salir del castillo de Edimburgo
Cuando vimos el anuncio nos pusimos a reír porque no podíamos creer la tremenda suerte, revisamos mil veces la fecha y coincidía con nuestra última noche en la ciudad, era impensado que este viaje se estuviera convirtiendo en el viaje perfecto.
Con la cara llena de felicidad nos fuimos a comer, ya eran cerca de las 2 de la tarde y teníamos hambre.
Pasamos por un café y té para abrigarnos mientras vitrineábamos las infinitas tiendas llenas de telas tartán de lana de cachemira. En el fondo me arrepiento de no haber comprado nada, pero bueno, ya pasó, será para una próxima oportunidad.